miércoles, 4 de junio de 2014

BUENO, BONITO Y… ¡MALDITO! Coordinado por David Rozas.




   Vamos a adentrarnos en los rincones de lo oscuro, la maldad y la maldición de mano de esta gran antología de relatos en los que, todos ellos, tienen un denominador común, el desasosiego creado por un terror que nace de la ignorancia de sus protagonistas hasta que ya es demasiado tarde. Con una premisa inicial, en cada una de las narraciones aparecerá un objeto con un extraño poder, seremos transportados a lugares, incluso épocas pasadas o futuras, donde seremos testigos de horrores, miedos y, en algunos casos, crueldades.

   De la mano y buen hacer de trece escritores, coordinados por David Rozas, y con un prólogo de Carmen Cabello en el que se nos pone en antecedentes ante lo que vamos a contemplar en las siguientes páginas, no dejarás de removerte en tu asiento y en recordar, si eres nostálgico, aquellas series de misterio que llenaban de suspense nuestras noches, tipo “Historias de la cripta” o “Cuentos asombrosos”.

   La llave de Jacob Gibbons, Pablo García Naranjo. Encerrado en la prisión de Hopkins, Jacob intenta pasar desapercibido  pero la cicatriz en su cara y su actitud reservada y esquiva con los otros reclusos atrae las miradas de todos ellos. Un día, mientras come, se acerca uno de ellos con la intención de conocer algo más sobre él, de cómo llegó a la cárcel y que salió mal en su “trabajito”, pues todos en aquel lugar conocen una extraña versión de lo que pasó. Jacob no habla, no quiere hablar, no puede hablar. Guarda un secreto, algo que  puede desencadenar un mal y por el que habrá de pagar un precio. Narrada de manera fácil, con ritmo suave pero inquietante y detalles fríos en sus descripciones, este relato es un excelente inicio de antología.

   Kaviars Skaits 3, Iván Mourín. Recién instalada en su nueva casa y con las cajas que su hermana Liz le ha ayudado a bajar del furgón de las mudanzas, Marion encuentra, escondida en unas estanterías, una vieja lata de caviar con un desgastado dibujo y un misterioso tesoro oculto en su interior. A partir de ese momento se sucederán en la nueva vida de la muchacha unos acontecimientos extraños, inquietantes  y terroríficos que pondrán a prueba los nervios de la chica. Llevado desde el inicio con un ritmo turbador y una agónica sensación de ahogo, este relato no te dejará tranquilo en ningún momento.

   Aisling, Ana Morán Infiesta. Sandra trabaja en una librería, lo que le deja poco tiempo para su gran vocación que es escribir a tiempo completo. Cuando comienza la narración la protagonista está pasando por un bloqueo creativo y ve peligrar su futuro. Atraída por el extraño influjo de un pequeño comercio entra y conoce a una simpática anticuaria que le vende una muñeca amigurumi. A partir de ese momento se desencadenará un torrente de sucesos que llevarán a Sandra a descubrir una historia oscura y llena de maléficos rincones y deseos.  Tensión desde el inicio y sencillez en el lenguaje, serás atrapado por el influjo de Aisling sin apenas darte cuenta.

   El sabor de la locura, Álvaro Peiró Burriel. El protagonista de esta historia llega a un país escandinavo por motivos de trabajo y, aprovechando el viaje, dar rienda suelta a su hobby que no es otro que coleccionar objetos de asesinos. En su estancia en el estado norteño conocerá a una preciosa chica, pero  no tendrá tiempo de remediar el lío en el que se ha metido sin saberlo, y provocará un horror dormido que no se detendrá ante nada. Espectacular historia que comienza despacio y va creciendo en ritmo y tensión según pasan los momentos.

   La mudanza, Marta Junquera. Debido a su trabajo Mike Sanders se ve obligado a mudarse a un pueblo cercano a la ciudad junto a su familia, aunque a su hijo no le gusta la idea de separarse de sus amigos y está enfadado con su padre. Para acercar posturas se proponen desempaquetar las cajas de la mudanza juntos y en una de ellas encuentran un objeto que perteneció al abuelo de Mike. Comienza en ese momento una sucesión de acontecimientos que traen la amargura y la desolación a la familia Sanders. Sin aspavientos y con una sencilla narración, la tensión y el desconcierto se adentrarán en tu cabeza hasta el último segundo.

   El reflejo del alma, Lucía Pérez Sainz. Thomas es un psicólogo que está tratando a Jasper, un paciente especialmente complicado dado su cuadro de histeria, sus periodos de amnesia y su desorden mental. Un día todo cambia para Thomas, su paciente decide poner fin a su vida y recibe un paquete en su casa con remite de Jasper. Desde ese instante el ansia de investigador y el afán de superar a sus homólogos en la materia le llevan a cometer y  realizar experimentos que escandalizaran al mundo. Un relato lleno de desvaríos y paranoias que es llevado desde el inicio con maestría.

   El hechizo del estío, Beatriz T. Sánchez. Enfermo crónico de tuberculosis nuestro protagonista pasa los veranos de finales del siglo XIX en un balneario para mejorar su sistema respiratorio. Poeta por devoción y melancólico por decisión, pasea en solitario por los jardines del lugar leyendo libros de clásicos poetas hasta que una mañana encuentra, para su asombro, una solitaria sombrilla de mujer. Día tras día regresa al rincón y contempla la sombrilla que lo espera en el mismo lugar desencadenando un maremágnum de sensaciones en el joven que le llevan a descuidar su orden y su razón. Una deliciosa locura llevada con antiguo romanticismo y bellas sensaciones de pasión.

   Hornet, Luis Guallar. Daniel es un buen vecino y, aunque no le guste mucho el viejo, ayuda a Don Agustín a limpiar y vaciar el desván cuando este decide mudarse con su hija. Como recompensa por el esfuerzo el viejo le dice que se quede con aquello que encuentre y le guste, y este se queda con una vieja bicicleta. Encantado por su ganancia la restaura con mimo y decide regalarla a su sobrino. Desquiciante relato que va creciendo en tensión y crueldad cuanto más cerca del final estás.

   El informe, Raúl Ansola. Darío tiene en sus manos una cámara de fotos especial. Asombrado de cómo ha  llegado hasta él, no deja de sorprenderse por las extrañas cualidades de esta y las fotos que captura su objetivo. Pasado y futuro. Minutos, horas e incluso días antes o después del instante actual, pueden llegar a ser captados por ella, pero todo tiene su riesgo y razón, y los peligros se ciernen sobre un destino marcado por las fotos. Inquietante desde el inicio y caótico en su desarrollo, cosa que le da un toque especial al relato, estamos ante una demostración de misterio futurista.

   La butaca del infierno, Daniel Meralho. El inspector Caliani llega al Hospital Psiquiátrico San Antonio para contemplar el más escabroso, cruel y sanguinario crimen que ha investigado en su vida. Pacientes, internos, médicos…, todo aquel que hubiese estado dentro del edificio horas antes del suceso yacía desmembrado y ordenado en una sádica y ritual  posición. En uno de los despachos se encuentra el diario de uno de los doctores y contempla, horrorizado, cual fue el inicio de todo el caos y cual va a ser el desenlace. Impresionante demostración del manejo del horror, la paranoia y el histerismo desencadenante de la acción narrada en cada instante del relato.

   El silbato de Irah, Néstor Allende.  JT, Margarita y Benny entran en casa del viejo Irah a robarle, pero solo encuentra restos de calderilla y un silbato de plata, y al ser sorprendidos por este en plena acción lo matan. Cuando llegan a su cabaña, cansados heridos y sin la recompensa deseada, JT hace sonar el silbato desencadenando un horror dormido durante décadas y provocando una cascada de acontecimientos terroríficos que escapan al control del razonamiento humano. Furia, ira, horror…, síntomas que se reflejan en un texto cargado de detalles que te harán dibujar una “o” en tu boca.

   La promesa, David Rozas Genzor. Daniel es un escritor que sufre la parálisis de crear su primera novela y para alejarse de distracciones decide escribir por las noches. Una de esas noches, cuando contempla el borrador que ha escrito, y que le desagrada, decide borrarlo pero un ruido en la habitación le distrae de su intención. Encuentra una pluma que le regaló su mujer cuando eran novios y a la que le hizo una promesa, y todo se desmadra. Un horror indescriptible se apodera de la vida de  Daniel y el miedo se contagia en su chica que roza el desvarío. Una sucesión de espeluznantes situaciones y sorprendentes consecuencias las que se dan cita en este genial relato.

   Reliquias, Ana Martínez Castillo. En una sociedad futurista donde las cosas antiguas, las creencias espirituales, las visiones de almas y la necesidad de creer que hay algo más en la vida están proscritas y perseguidas, encontramos a La Marquesa. Una mujer marcada por el dolor de la pérdida de una hija a la que no puede llorar, por que está prohibido, que se adentra  en una sociedad secreta que persigue el ensalzamiento de aquellas creencias antiguas  y defienden el valor de los miedos. Una noche la reunión de esta sociedad se realiza en casa de La Marquesa,  que para tal evento ha conseguido, de un anticuario misterioso y oculto, un candelabro. Bajo el influjo de este y llevada por las hierbas del tabaco num, la mujer caerá en un sopor tal que creerá de verdad en las almas antiguas y en el poder de lo oculto. Espectacular relato que nos trae una posible sociedad dominada gracias al miedo y al control de las emociones de la gente. De ritmo pausado, tranquilo y con la sensación estar a cámara lenta, el ambiente logrado es el ideal para este relato.

 

   Y termina esta gran antología con una biografía de cada uno de los autores que han colaborado con los relatos, sus obras, sus dedicaciones actuales…, todo lo que quieras saber de estos trece escritores, hombres y mujeres, que han hecho, o van a hacer, que te remuevas en tu asiento y no dejes de pensar en que el objeto que tengas ahora mismo en la mano puede cambiar tu destino.

   Recomendada de manera encarecida para los amantes del terror y todos aquellos que gusten de pasar un rato inquietante.

  

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