Tras mucho
tiempo sin aparecer por estos lares, vuelvo de nuevo para comentar una novela
que me ha gustado, y mucho. Se trata de Tom Z. Stone, de Joe Álamo. Una novela
equivocadamente catalogada como Terror y que bebe del género negro más clásico
con una trama oscura y atrapante y un personaje borde y socarrón. Pero vayamos
primero con el argumento:
Tom Z. Stone es un investigador privado al que una
espectacular mujer contrata para que solucione un turbio asunto de chantaje.
Stone ha de enfrentarse a criminales, asesinos, chantajistas y al mismísimo
marido de su clienta, uno de los delincuentes más peligrosos de la ciudad… Pero
el investigador es un tipo duro y con experiencia, tan eficaz como hay que
serlo en un mundo que acaba de sufrir un cambio brutal: el llamado FR, el día
que los muertos volvieron a caminar… Y Stone es uno de ellos: un reanimado, un
“Zeta” como les llaman los políticamente incorrectos, y sabe que como a
cualquier reanimado, le quedan 4 años de vida; sabe también, que antes de morir
sufrirá una brutal degradación que le transformará en un terminal o
“desgastado”.
Ya desde las primeras palabras que lees de
esta historia te debates entre dos ideas, si lo que contendrán sus páginas será
de género zombie, o en realidad será una trama negra de aquellas de olor a
tabaco y al alcohol de taberna de los sesenta… Pues bien, sin duda, es más de
lo segundo que de lo primero, aunque el tema Z dará mucho juego en la trama.
Tom es esa clase de personaje característico
de este tipo de historias, siempre de punta en blanco, socarrón, con la frase
perfecta a punto de salir de sus labios y con un pesimismo y unas ganas de
vivir que solo a un paciente terminal podríamos achacárselas. Y por supuesto,
su pitillo en la boca, pegado a sus labios y con la equivocada sensación de que
se caerá de su sitio. Ahí es donde radica la esencia del personaje. Tom es un
Desgastado, un Zeta como bien dice la sinopsis, que sabe que de un momento a
otro su vida colapsará y se convertirá en un cuerpo sin vida que se dejará
llevar por los impulsos zombificados de sus células muertas. Por tanto,
sabiéndose muerto más pronto o que tarde, no tiene miedo a cruzar ese umbral.
A su vez, la sociedad que le rodea le odia a
él y a los de su calaña debido al miedo que les procesa la posibilidad de que
sus seres queridos de la noche a la mañana se conviertan en no muertos en mitad
del sueño y acaben devorando a sus mujeres e hijos en un descuido.
La verdad es que si eliminásemos de la trama
el tema Z, esta aun seguiría siendo una novela de calidad, de altísima calidad,
porque, si no lo he dicho, Tom Z. Stone goza de un pedigree difícilmente
localizable en la mayoría de las novelas que pueblan las estanterías de
nuestras librerías. El tema de los zombies solo añade un pequeño toque de
género que provocará diferentes situaciones originales y que sirven al autor
para, por una parte engrosar la trama, y por otra, disfrutar con la creación de
relatos cortos que van componiendo un puzzle meticulosamente confeccionado que
casa de una manera perfecta con la trama principal que se nos va contando.
La ambientación que Joe nos da de la ciudad
protagonista es oscura, brumosa, sórdida y decadente. Muy acorde con la propia
personalidad del protagonista. Los lugares de reunión de la sociedad no son más
que un reflejo de esa atmósfera que Joe busca imprimar en el lector y que
consigue a todas luces en cada uno de sus escenarios, desde la aparición del Algodón
Sureño o la misma comisaría de policía, pasando por la propia oficina en la que
trabaja el Detective Stone. Además, las menciones a múltiples temas musicales
de la época de los sesenta y los setenta impriman a la historia aun mas toques
ese género negro que tanto me ha gustado. A destacar la cantidad de referencias
a la figura de los Beatles.
A pesar de que nos encontramos delante de una
novela calificada como Z o de terror, yo no podría estar más en desacuerdo con
dicha calificación como ya comenté anteriormente. Estamos frente a una novela
negra pura y dura, de las que tanto escasean en el mercado español y con las
que todos, absolutamente todos los lectores disfrutarían como verdaderos niños.
La Z que se dibuja en su portada, no hace sino apartar a futuros lectores por
miedo a encontrarse con una historia llena de vísceras y seres muertos y tontos vagando por las calles desoladas de una
ciudad cualquiera que ha sido presa del Apocalipsis.
Volviendo al contenido de la novela, quiero
destacar algo que me ha parecido imposible de superar, su excelente prosa. El
vocabulario que utiliza Joe y, sobre todo, cómo lo utiliza es algo que debería
estudiarse en todas las academias de escritura de este país. La sencillez con
la que el autor escribe utilizando todo tipo de palabras comunes y no tan
comunes, da una simpleza y un empaque a la trama que te hace paladear cada una
de las frases que aparecen en sus páginas.
Sus personajes, perfectamente definidos, no se
caracterizan por su extremada evolución, pero sí por la infinidad de detalles
que tienen sus personalidades. Tom es un tipo lleno de matices, pero que se ve
eclipsado en cada escena toda vez que Mati aparece en acción. Su secretaria
personal, con aspecto de mujer necesitada de la protección de su jefe, no es lo
que parece, al igual que nuestro personaje, duro y frío como el hielo tampoco
es lo que pretende aparentar. La otra fémina de la historia, Eva Espinosa,
cliente del Sr. Stone, da ese toque canalla y de Femme Fatale que necesita todo
investigador privado.
En definitiva, una lectura muy amena y
disfrutable con una historia muy bien construida y fácil de seguir. El toque
zombie le viene muy bien tanto al personaje principal como al trasfondo de la
historia y su ambientación no podía ser mejor. Por tanto, desde aquí recomiendo
su lectura ya que un servidor la ha disfrutado de una manera muy efusiva.
Además, muy pronto me tendréis por aquí comentando su segunda parte: Tom Z.
Stone. Let it be.